martes, 11 de noviembre de 2014

Supertramp – Supertramp (Progressive Rock) –1970


Si pensamos en grupos clásicos de rock, especialmente de los 70 y 80, Supertramp es, sin duda, uno de los más conocidos. Ya sea por “Dreamer”, “It’s Raining Again” o “The Logical Song”, entre muchas otras, Supertramp ha sido (y es) un grupo muy influyente. Su mezcla de rock clásico y estructuras progresivas, con un toque más accesible y luminoso que otros grupos similares, hacen de Supertramp uno de los grupos más conocidos y queridos dentro del panorama rockero.

Sin embargo, precisamente la grandeza y éxito de muchos de sus discos ha eclipsado a otros más discretos. Este es el caso de Supertramp, primer y homónimo disco del grupo: el gran desconocido. Y no es que sea más flojo que sus sucesoreso se le noten más costuras. El hecho es que este trabajo es bastante diferente de los siguientes, pues aquí encontramos un disco muy progresivo y oscuro, digno de Pink Floyd o King Crimson. Es comprensible que, dada la mayor comerciabilidad de su etapa de oro, este disco fuera considerado como un experimento fallido, una probatura en busca de un sonido contundente, o ambas cosas a la vez.



El disco empieza con una versión reducida de “Surely”, una balada de guitarra de poco más de medio minuto de duración con la suave y dulce voz de Roger Hodgson. Sin embargo, la recordaremos más tarde, pues la última canción del disco es la versión completa, que da un final épico y alegre a esta experiencia sonora. Tras la primera versión, nos metemos de lleno con “It’s a Long Road” y “And I Am Not Like Other Birds of Prey”, dos cortes de rock clásico que bien podrían estar incluidos en Crime of the Century sin distinguirse del resto, de no ser porque contienen estructuras más complejas y un sonido más serio. 

Especial mención merece “Words Unspoken”, cuya letra es todo un poema que, aderezada con la cadencia hipnótica marcada por la batería, te transporta a otro mundo. Sensacional el arreglo de guitarra que ayuda aún más a perderse entre las palabras nunca pronunciadas.

“Maybe I’m Beggar” es una canción puramente progresiva cuyo resultado es tan bueno que, de pertenecer a otro grupo,bien podría haber sido todo un clásico. Empieza tranquila, prácticamente a capella, y poco a poco va aumentando el ritmo a medida que se unen más instrumentos. Finalmente, con el solo de guitarra, los ánimos acaban de encenderse y llega el desenfreno con el juego entre el sintetizador y la guitarra. En “Nothing to Show” encontramos la canción más hard rockera del disco, con un ritmo y una fuerza implacables que desde el principio te hacen mover el esqueleto.

Y así llegamos a la joya de la corona, para mí, personalmente, la mejor canción del disco: “Try Again”. Sus doce minutos de duración son una montaña rusa de emociones, con cambios suaves y bruscos, si no desconcertantes. Se inicia con el sonido misterioso de un flageolet (similar a la flauta travesera) apoyada por el sintetizador y una voz, suave y casi susurrante, que sigue la línea melódica. Tras el estribillo, un golpe de autoridad de guitarra y batería muestran la potencia latente de la canción. Algo se está cociendo por dentro. Cuando vuelve el estribillo, más animado, no hay duda de que estallará un vendaval de rock duro y frenético. Gatillazo. Eso es lo que sucede cuando, contra todo pronóstico, sólo se escucha a la guitarra frenándonos en seco. Pero merece la pena. Y es que la parte instrumental que sigue a este coitus interruptus es la definición perfecta de música progresiva: no encontraremos lo mejor en técnica o complejidad, pero la progresión de intensidad de 0 a 100 es tan perfecta que quitar una sola nota dañaría considerablemente todo el conjunto. Nunca mejor dicho, el conjunto es mucho más que la suma de las partes. Cual veneno entra por los oídos y, sin que te des cuenta, se extiende por todo tu cuerpo y te obliga a moverte de forma involuntaria, en sacudidas de locura desatada, justo lo que necesitábamos. Tras el clímax vuelve una cierta calma y vuelve el estribillo, que vuelve a animarse. Y de pronto, silencio absoluto. Estupor absoluto hasta que se oye un conjunto de sonidos inconexos como de pruebas de sonido antes de un ensayo. Finalmente conectan las ideas, se vuelve a animar la canción, y por fin, el estribillo desata toda la fuerza esperada y finalmente anuncia el final de este viaje musical inolvidable.

A cada personale gustará más o menos este disco, pero es innegablela calidad que desprende, especialmente si consideramos que se trata de su primer disco. Cualquier grupo de este estilo firmaría estrenarse de esta forma. No me extrañaría que fuera uno de los discos más infravalorados de la historia, pues ha sido completamente eclipsado por todo el éxito posterior del grupo. Permitidme que os recomiende tomar quince minutos de vuestro tiempo y lo empleéis en disfrutar de “Try Again” en todo su esplendor. Dedicad doce de ellos a la canción en sí, cerrad los ojos, dejaos llevar por ella y, por favor, no tengáis prisa, no miréis el reloj y estropeéis su magia.Ya emplearéis los tres minutos sobrantes en recuperaros de tal viaje astral y reflexionaréis qué os ha pasado. Y si no funciona, volvedlo a intentar…



Autor reseña: Pau Edo Ferrando.

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