Lo primero que hice nada
más ver esta portada fue preguntarme qué demonios era semejante
mierda. Arrastrado por la curiosidad y esperanza de que detrás de
tal esperpento hubiera algún que otro tema que sonara medianamente
bien, me aventuré a escucharlo, y hubo mucha suerte.
Birth Control se formaron
en Berlín en el '66, sumergidos en la escena del Rock Alemán, más
conocida como Krautrock (traducción literal: Rock Repollo). El
Krautrock, cuyos representantes más conocidos fueron, entre otros,
Tangerine Dream, Faust o Kraftwerk, se caracterizó por lanzarse,
partiendo del Rock Progresivo, a la experimentación, aventurándose
por los caminos de las nuevas tecnologías. No fue el caso de esta
banda, que se mostró más reacia a seguir la corriente general de
Alemania y, sin embargo, más favorable a emular lo que nacía en
Inglaterra. Fueron influenciados esencialmente por bandas tales como
Ten Years After, The Doors, The Jimi Hendrix Experience o Procol
Harum.
El nombre, Birth Control,
fue reacción a unas declaraciones que el delegado sindical de Dios
en la tierra coetáneo (Pablo VI), realizó sobre los métodos
anticonceptivos. Todas sus portadas se caracterizaron por ser
desafiantes, rayando, como en esta que os traigo, lo desagradable.
Unas veces estuvieron relacionadas con la natalidad y otras con cosas
que váyase a saber usted qué demonios eran, pero igualmente feas.
El estilo de Birth Control es cuanto menos curioso: cada canción se
encuentra en una onda musical distinta, cuyas influencias son
fácilmente distinguibles, con la peculiaridad de su duración,
habitualmente más larga que lo habitual en los grupos en quienes se
inspiran.
“Operation” fue el
segundo trabajo de estos alemanes, publicado en 1971 y compuesto por
seis temas. Es difícil encontrar información de esta banda, y aún
más de este álbum, así que es realmente poco lo que se puede
comentar tanto de su recepción, como de la producción o similares.
Lo que sí puedo afirmar es que se ha convertido en cierto modo en
una rareza. El LP original no baja de los 50 napoleones, y las
reediciones que se han hecho han sido muy contadas, la mayoría de
ellas en suelo germánico, por lo que cabe deducir que el grupo,
tanto en su período de máximo esplendor, como posteriormente, no
fue demasiado apreciado en el resto del continente (¿Sería por sus
portadas? De ser así, se lo merecían).
El disco se inicia con
“Stop Little Lady”, tema de siete minutos que, si bien comienza
con algo que podría recordar al progresivo, no tiene nada que ver en
cuanto avanza un poco, convirtiéndose el estilo del corte en algo
muy próximo a una mezcla entre The Doors y Ten Years After. A estos
segundos en especial, cuando sobre el tercer minuto, deciden
apartarse de toda línea vocal y se lanzan a una pegadiza base
instrumental, al tiempo que organillo Hammond y guitarra realizan
unos sencillos pero muy melódicos solos que nos transportan al rock
setentero más pureta.
En el segundo tema, “Just
Before The Sun Will Rise”, no es difícil darse cuenta de como
bebieron de The Doors. En él se encuentra el mismo estilo pausado,
de ritmos bien marcados, línea vocal grave con ligera reverberación
y tintes psicodélicos que caracterizó a la banda de Morrison.
El álbum se cierra con
un tema, de once minutos de duración, ya muchísimo más próximo al
Rock Progresivo que el resto de cortes, eminentemente sinfónico, de
inspiración clásica, en el que el cantante opta por aproximarse más
al registro vocal del vocalista de Procol Harum que a cualquier otro.
La pieza cuenta con arreglos orquestales, e incluso con la curiosa
aportación de un clavicordio en concretos y no muy largos fraseos,
los cuales son acometidos con inspiración barroca.
Es este un disco del que
todo aficionado al rock de principios de los setenta podrá sacar el
máximo jugo y disfrutar del primer al último tema, si no se deja
espantar por la portada.
Autor reseña: Alejandro Molina.